PRODUCCIÓN

Pasión por una tierra

Existen varias leyendas acerca del origen de este vino. Desde que fue un soldado llamado Pedro Ximénez quien, desde el Valle del Rhin, trajo la primera cepa hasta su Córdoba natal; hasta quien asegura que el origen se encuentra en Portugal o Grecia.

Lo cierto es que la genealogía de los viñedos de la región de Montilla-Moriles se remonta a la época romana, donde hace más de 2.000 años el vino, junto con el aceite, se exportaba en ánforas que cruzaban el Mediterráneo con destino a la capital del Imperio Romano.

Los restos de la cerámica cordobesa encontrada en la casa de Séneca dan fe de que el ilustre filósofo abastecía su casa con vinos de esta región andaluza.

Pedro Ximénez es una variedad de uva morfológicamente de aspecto redonda, de piel fina, casi transparente.

Encuentra su hábitat ideal en climas secos y calurosos, en los que proporciona vinos generosos de gran nura y elevado grado alcohólico natural.

Su altísima sensibilidad a los climas húmedos ha provocado que dejase de cultivarse en marcos costeros, centrándose su producción más exclusiva y de mayor calidad en nuestro entorno Montilla-Moriles.

TERRENO

Lo que nos arraiga.

El suelo es un factor primordial en la calidad de todos los vinos. En el marco de Montilla-Moriles predominan tierras albarizas, algunas de ellas con un alto contenido en sílice, ideal para el cultivo de nuestra Pedro Ximénez.

Este mineral provoca una intensa refracción de la luz que adelanta en varios días la madurez de la uva con respecto al resto de la zona, proporcionando mostos a finales de agosto, con una gran riqueza en azúcares.

La existencia de suelos aireados, profundos, secos y ricos en carbonato cálcico, hacen del terreno de la campiña cordobesa un perfecto sustrato para esta variedad.

Las particulares condiciones climatológicas que se dan en el marco de nuestra denominación de origen hacen de ella una zona única en el mundo para el soleado de las uvas en las paseras.